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Origen de la Arteterapia

  • Foto del escritor: niarteterapia
    niarteterapia
  • 10 ene 2021
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 7 may

El ser humano comenzó a crear las primeras manifestaciones artísticas en la prehistoria, con el objetivo de sobrevivir a través de soñar la vida y trasmitirla. Aprendió a leer la mente de la naturaleza, teniendo en cuenta el carácter de cada especie y llenó el paisaje de símbolos por primera vez, desarrollando el arte como medio para penetrar en las fuentes de la eternidad. Aprendió todo un alfabeto íntimo, potente e inconsciente que le ayudó a acercarse a los secretos primigenios del universo (Arsuaga, 2002).

Altamira

Fueron los cromañones los creadores de lo que conocemos como arte rupestre, al que se le atribuyen fines religiosos; existen teorías que hablan de que las religiones paleolíticas europeas eran chamánicas (Eliade, 1951). A menudo los sitios pintados o grabados son considerados la entrada al mundo de los espíritus: una puerta que puede operar en ambos sentidos.


Desde sus orígenes, el arte ha sido una herramienta de creación y de contacto con aquella parte de nuestro ser y de la naturaleza que, como fenómeno, informa de que algo más de lo que vemos y sentimos existe (Junge, 2015). El proceso creador consiste en una vivificación inconsciente del arquetipo. Aquí radica la relevancia social del arte, que trabaja en la educación del espíritu de la época convocando a esas figuras que más faltan. Las manifestaciones artísticas en todas sus épocas han investigado sobre la naturaleza del ser humano: sus sentimientos, sus frustraciones, sus anhelos más íntimos e inconscientes. A menudo, ha tenido una función de catarsis y respuesta a aquello que permanecía escondido. Siempre ha sido un instrumento de terapia (Jung, 2002).


Marqués de Sade

El Marqués de Sade fue uno de los precursores de la práctica arteterapéutica entre los años 1803 y 1805 a través de espectáculos teatrales en la casa de salud de Charenton (París). A partir de estos momentos una nueva vía de terapia se abrió a seres cuya única salida eran los castigos corporales, el aislamiento, la incomprensión y su propia enfermedad como el peor de los confinamientos. Artistas como este o Breton, vieron en las manifestaciones artísticas de los dementes, el mapa del inconsciente colectivo. Reconocieron que sus obras eran un documento y una clave para el estudio de la complejidad humana, aportando otra mirada hacia la enfermedad (Torrens, 2013).


Las vanguardias artísticas, por otro lado, facilitaron el desarrollo de la arteterapia al aportar una nueva concepción del arte conocido hasta la época. Hasta ese momento estaba atrapado por lo real, abocado a trabajar desde lo figurativo, lo estático. Al aparecer la modernidad se hizo subjetivo, utilizando la realidad interna, lo singular, y trasgrediendo el lenguaje visual formal existente hasta finales del siglo XIX. Se inició la búsqueda de autenticidad de la expresión, que descarta todo lo hecho en arte desde la intelectualidad, explorando los efectos de la creación espontánea y el papel del inconsciente.

A principios del siglo XX aparecieron el expresionismo, fauvismo, dadaísmo, surrealismo, futurismo, cubismo, etc. Este cambio se vio alimentado por diferentes influencias como la divulgación de las artes primitivas y populares, la influencia de la estampa japonesa, de importantes descubrimientos arqueológicos, y, sobre todo, del estudio y reconocimiento del arte infantil y el arte de los enfermos mentales, especialmente por los surrealistas. Las vanguardias se manifestaron como una acción de grupo, una élite que se enfrentaba a situaciones más o menos establecidas y aceptadas por la mayoría.


En lo que a pintura se refiere, se produjo la destrucción de la perspectiva renacentista, el uso de colores arbitrarios respecto a la naturaleza, la abstracción; aparecieron nuevos materiales en sustitución de los pigmentos tales como los papeles pegados, las maderas o las fotografías que fueron utilizados por cubistas, futuristas o dadaístas. La obra inacabada, la atención otorgada al proceso, la incorporación o elección de objetos seriados o de desecho, o el uso de materiales efímeros fueron algunos de los nuevos componentes de las últimas vanguardias artísticas; desde el Action painting, hasta el Body art, pasando por el Pop, los Happening, las Performances y las intervenciones a gran escala sobre la naturaleza o en la ciudad.

Vanguardias artísticas

En el ámbito de la escultura también se produjeron numerosos cambios. A las técnicas tradicionales básicas se añadieron una gran variedad de técnicas y de materiales hasta entonces inusuales: acero, hierro, aluminio, cristal, hormigón, fieltro, plástico...La obra podía desligarse de cualquier imitación a la realidad, explorando el volumen en negativo, valorando el vacío, o introduciendo nuevos valores plásticos, como los juegos de luz, la transparencia, la incorporación del movimiento real por la acción mecánica, o la de agentes atmosféricos. Junto a una temática habitual y constante a lo largo de la Historia, como es la figura humana, aparecieron temas ligados a la vida moderna, como la máquina (Torrens, 2013).


Frente a este cambio de concepción del arte, se configuraron dos posiciones enfrentadas, tanto a nivel político como psiquiátrico. Ambas valoraron el mundo de la creatividad y la salud mental.


Por un lado, analizaron la relación entre los nuevos postulados artísticos y la enfermedad mental. En esta línea, el psiquiatra alemán Weygandt es un referente de pensamiento, que en 1921, refiriéndose a pintores de la época como Picasso, Klee, o Cezanne censuraba “el descarrío del pensamiento y sentimientos normales, degeneración que contribuye en nuestra época enferma y revuelta a hundir todavía más la dignidad humana.” En 1937 el estado Nazi organizó una exposición de “Arte degenerado” con obras de Van Gogh, Kandinsky, Klee, Kokoschka, Nolde, Chagall y otros protagonistas de las vanguardias. Presentó junto a ellos obras de enfermos mentales afirmando la patología del arte moderno y la degeneración mental de sus autores (Arte degenerado, 2024).


Por otro lado, surgió una corriente que relacionaba la enfermedad mental con la creatividad. A principios de los años 20, el psiquiatra e historiador del arte vienés H. Prinzhorn reunió una colección de casi 5.000 producciones artísticas hechas por pacientes de hospitales psiquiátricos de toda Europa. Ciertas obras de su colección fueron consideradas precozmente expresionistas, inspirando a numerosos artistas de vanguardia, como los surrealistas (Junge, 2015).


Por tanto, podemos señalar el arte contemporáneo como uno de los pilares de Arteterapia. Nos aporta lo novedoso de la visión del arte clásico, tanto en materiales, técnicas y en la libertad de expresión; permiten jugar, explorar y experimentar sin miedo a “no saber”, o a “no ser capaz”.

Arte terapia

Además, en Inglaterra comenzó a usarse la práctica arteterapéutica gracias al trabajo realizado por el artista Adrian Hill y la psicoterapeuta Irene Champernowne. Hill, estando enfermo de tuberculosis, se dedicaba a pintar e invitaba a hacerlo al resto de pacientes allí, dándose cuenta de que expresaban sus dolores y sus traumas a través del arte. Fue él quien acuñó el término arteterapia (Junge, 2015). Irene estudió psicoterapia bajo la dirección del psicoanalista Jung e impulsada por los conocimientos de su maestro, montó una escuela de arteterapia en el año 1942: Withymead House, en Devon. Desde entonces, la disciplina está integrada en el Servicio Nacional de Salud (Wood et al., 2019).


La eficacia terapéutica del arte fue investigada por primera vez en 1946 por el terapeuta de arte británico Edward Adamson (O 'Flynn et al, 2018). Por otro lado, surgieron diversos test psicológicos proyectivos, como el Casa-Árbol-Persona (HTP) o el Test de Manchas de Rorscharch, que fueron muy importantes en la evolución de la terapia artística como herramienta de diagnóstico (Torrens, 2013).

Durante las décadas de 1950 y 1960, la arteterapia se consolidó como disciplina terapéutica. Se fundaron asociaciones profesionales, como la American Art Therapy Association (AATA) en 1969, y se establecieron programas académicos en universidades de Estados Unidos (Robb, 2015)


En resumen, con el tiempo se dio una interacción entre psicología y arte que facilitó el nacimiento de la terapia artística. Y ha ido creciendo y desarrollándose en sus formas, facilitando que en la actualidad se lleva a cabo en muchos países.



 
 
 

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